La vida nos da importantes lecciones, algunas se aprenden
rápido, mientras otras luego de varios tropezones. Al final lo importante es
aprender de los errores y no volver a pasar por ellos.
Muchas personas nunca dicen: “NO”, esto por temor a que la
otra persona se moleste, se resiente o miles de posibilidades más. También en
muchas circunstancias de lo cotidiano la gente no se siente con valor de marcar
un alto o hasta aquí. Ese temor a pensar que dirán los otros es un infierno por
así decirlo, y solo se estará sufriendo por no tener el valor de expresar lo
que se quiere.
Sé que en muchas oportunidades soy terco, contradigo cuando
tengo razón y siempre digo lo que quiero y pienso. Si a los demás no les gusta
escucharme, ese no es mi problema. Con mi abuela aprendí a decir te amo, a
luchar por ella ante quien se quería aprovechar. La vida me enseño que uno da
lo que recibe y recibe lo que da. Que si de mis padres solo recibí promesas
rotas no tengo que seguir como perro faldero en busca de migajas de amor. Ese
amor lo tuve de sobra por parte de Mami Luz , tampoco que nunca se debe esperar nada de nadie, no
creer en palabras, solo en hechos.
Cuantas personas viven temerosas de los demás, intimidadas
del que dirán. Siempre hay quien hable bien o mal de cualquiera. Algunos nos
amarán, otros nos odiarán. Al final lo que importa es vivir felices con lo poco
o mucho que la vida nos da. La felicidad es una decisión, como lo es ver el
vaso medio lleno.
Si uno ve que tendrá dolor de cabeza, es importante buscar
la causa y erradicar la enfermedad de raíz. Nadie estará en nuestros zapatos,
así que nadie tiene porque criticar o juzgar más allá de lo permitido. El
solucionarle la vida a los demás desde un punto subjetivo es el peor error que
nosotros como individuos cometemos miles de veces.
Decir: “NO, o hasta aquí”, es un derecho que tenemos como
personas pensantes regidas en un estado democrático. Al que no le guste, lejos
con su problema.

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